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Nos ha aportado una gran riqueza espiritual y humana.

Espiritual porque el ambiente ayuda a tener una actitud de silencio necesario para tener mayor interioridad y escuchar la voz de Dios que resuena en nosotras.

El caminar por sus corredores y demás espacios por donde se santificaron tantas Hermanas nuestras con sus sacrificios para la construcción de la Casa, en las incomodidades propias de su tiempo. 

La Capilla donde tantas veces nuestro Amado Padre Fundador enseñaba a sus hijas el camino de seguimiento de Jesús desde la Infancia Espiritual de Santa Teresita; y allí mismo donde tantas de nuestras Hermanas han celebrado las dichas de avanzar en el proceso de formación, han realizado su primera profesión y le han entregado su vida al Esposo Divino como un acto de amor eterno.

 

 

EXPERIENCIA EN LA CASA MADRE

La riqueza humana la encontramos en primer lugar por el testimonio de vida de las Hermanas de la Comunidad Local, quienes con sus gestos de cariño, apoyo, alegría, el compartir fraterno, vida de oración y con su acogida, nos han acompañado durante estos meses. También son un estímulo para nuestra proyección comunitaria y el ejercicio de la disponibilidad.

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